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Intervención en Siria

El bombardeo y las vísperas

Los portaaviones y submarinos armados con misiles Tomahawk y los buques de superficie ya están en posición para atacar Siria.

Walter Goobar
Los portaaviones y submarinos armados con misiles Tomahawk y los buques de superficie ya están en posición para atacar Siria. Desde hace dos años, es decir desde que empezó la guerra civil, Estados Unidos está sobre el terreno con Unidades Especiales, lo mismo que ocurrió en Libia. Estas Unidades Especiales adiestran a los rebeldes, les suministran apoyo logístico, vigilan las entregas de armas de Qatar y de Arabia Saudita, y preparan los bombardeos a gran escala. Es poco probable la intervención de tropas terrestres porque el Pentágono es perfectamente consciente de que el ejército sirio es un enemigo temible y de que sería inconcebible un nuevo fracaso después de Afganistán e Irak. Por eso la opción sson los misiles, aunque estos fallan y algunos siempre caen sobre blancos civiles.
El centro de mando de la guerra está emplazado en Aman, la capital de Jordania, mientras que en la vecina Israel se ha desatado el pánico entre la población ante una eventual represalia siria con armas químicas. Los grandes medios de comunicación citan “fuentes” no identificadas que afirman que para dar la orden de ataque sólo faltaba la salida de los inspectores de la ONU que investigaban el supuesto ataque con gas, y que el sábado se pusieron a resguarddo en el Líbano. Sin embargo, Washington ya anunció que no va a esperar el veredicto de los inspectores que demorará dos semanas, porque el tiempo le juega en contra a Obama.
A pesar de las semanas de propaganda de Washington y el seguidismo de los medios de comunicación corporativos, el 60% de los estadounidenses se opone a una guerra de EE.UU. en Siria, según indica el último sondeo de Reuters. Un escaso 9% ciento está a favor de que EE.UU. lance su ataque.
¿Tiene esto alguna importancia ? Es evidente que no. Eso no logró evitar que antes del dictamen de la ONU, Obama y los ectores belicistas del Congreso proclamarán que el ataque se produjo “sin duda” y que fue obra del gobierno sirio. CBS News informa que el presidente Obama ha “ordenado” una justificación jurídica para atacar a Siria, y afirma que “se está poniendo especial énfasis en las presuntas violaciones de la Convención de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas”.
No menciona en cambio que existe una ley internacional de carácter más general que prohíbe lisa y llanamente el inicio de una guerra por parte de una nación contra otra, a menos que exista una amenaza “inminente” de ataque contra la nación atacante por la nación atacada. La violación de esta ley se considera un “crimen contra la paz” en virtud del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional y el artículo 51 de la Carta de la ONU.
Cualquier ataque a Siria por parte de EE.UU. y sus aliados sólo puede empeorar una mala situación. Originalmente el plan era armar a los rebeldes. Con ello se suponía que se reduciría la matanza, al permitir a los rebeldes defender su territorio contra las tropas del gobierno sirio. Pero los rebeldes, que han resultado ser una banda de mercenarios sedientos de sangre, sólo han empeorado las cosas, causando 100.000 muertos y la prolongación de un conflicto que dura más de dos años.
Si EE.UU. y sus aliados intervienen directamente, hay una gran probabilidad de que las cosas escapen a todo control y la guerra se propague más allá de las fronteras de Siria. Irán ya ha advertido que podría entrar en la lucha en apoyo del presidente sirio Bashar al-Assad. Israel ya ha llevado a cabo bombardeos en Siria, y no se descarta que recurra al uso de sus armas nucleares tácticas de baja potencia, que si se utilizan en un conflicto ampliado sería un desastre total para la región y para el mundo.
Roger Boyes, editor diplomático del londinense The Timesy veterano de 35 años en temas internacionales, advierte que el conflicto sirio, si se inflama aún más con un ataque de EE.UU. y más intervención occidental, podría fácilmente convertirse en el detonante de una guerra en toda la región, o algo peor.
La complicidad de EE.UU. en los anteriores ataques con armas químicas hace imposible no ser cínico acerca de los motivos detrás de este ataque que previsiblemente iba a desencadenar una intervención abierta. El gobierno sirio acusó a los rebeldes de una operación de bandera falsa perpetrado cuando los inspectores de la ONU se encontraban en Siria por primera vez desde hacía más de un año y alojados a pocos kilómetros del lugar atacado. Pero además, .¿Por qué iba el gobierno a atacar con armas químicas justo cuando estaba ganando la guerra con armas convencionales?
Un ataque de los rebeldes parece igualmente inverosímil. Si los rebeldes han podido en efecto llevar a cabo un ataque químico a tan gran escala y son tan asesinos como para utilizar esas armas contra los civiles, ¿por qué no atacan a las fuerzas del gobierno y cambian el rumbo de la guerra, en vez de elegir un territorio que simpatiza con el levantamiento y que está fuera del control del régimen?
Hay otras interpretaciones que pueden ser también verosímiles: que el régimen iniciara el ataque en respuesta a la actual escalada de los rebeldes (incluyendo las informaciones ofrecidas sobre unidades de operaciones especiales entrenadas por EE.UU. avanzando hacia Damasco); que desertores conectados con la oposición lanzaran el ataque para precipitar la intervención internacional al implicar al régimen; o, finalmente, que la estructura de mando dentro del gobierno sirio esté desintegrándose, un tema al que se refieren muchas de las más recientes informaciones.
Stratfor, la principal agencia de inteligencia privada del mundo, que es contratista del Pentágono, afirma: “Assad es un hombre despiadado. No dudaría en utilizar armas químicas si fuera necesario. Pero también es un hombre muy racional. Utilizaría las armas químicas únicamente si fuera la única opción que le quedara. En este momento resulta difícil ver qué situación desesperada le habría empujado a utilizar armas químicas y a arriesgarse a lo peor. Sus adversarios son igual de despiadados y se puede imaginar que utilicen armas químicas para forzar a Estados Unidos a intervenir y a derrocar a Assad. [...] Es posible que la cantidad de víctimas sea muy inferior a la que se ha afirmado. Y es posible que se hayan falsificado algunas imágenes. Todo eso es posible, pero ignoramos simple y llanamente cuál es la verdad”.
A esta altura ya importa poco si realmente fue el régimen de Assad el que empleó armas químicas en una espectacular operación de castigo, o si las emplearon los rebeldes para dar un pretexto a una intervención. A los muertos no los resucita, y la intervención tampoco los va a resucitar. En este mundo en el que la perversión está a la orden del dia, es perfectamente posible que Bachar Al-Assad haya usado armas químicas y que al mismo tiempo Obama mienta sobre el uso de esas armas por parte de Assad.
Washington no quiere desalojar a Assad del poder. Se trata de mantener el régimen en un equilibrio inestable, amenazado pero sin el riesgo de caer.
Esto explica la estrategia que Washington sigue con los rebeldes desde hace más de un año: financiarlos con millones de dólares, pero sin entregarles armas. Mantenerlos ahí, entre vida y muerte, justo en el punto en el que no pueden derrocar a Asaad, pero tampoco tienen motivo para abandonar, porque hay dinero para seguir combatiendo.
Edward Luttwak, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, ha explicado en The New York Times que un débil Obama trata de conciliar la necesidad de hacer algo que no quiere hacer, de alcance “limitado y casi propagandístico” –lo que no depende sólo de EE.UU.–, con sus verdaderos intereses; es decir, no con el derrocamiento de Al-Assad y el establecimiento de la democracia sino con la prolongación de la guerra siria el mayor tiempo posible a fin de evitar que venza alguno de los dos contendientes (ni Assad ni los rebeldes), peligrosísimos los dos para el plan de dominio regional estadounidense. Con un gran cinismo, Luttwak afirma que EE.UU. debe entregar armas a los rebeldes cada vez que vayan cediendo terreno y cerrar el grifo cada vez que vayan ganando. La guerra es un negocio pero tiene que durar para que rinda.
Miradas al Sur
01-SEPTIEMBRE-2013

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