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Chipre

Paraísos fiscales, corralito y castigo

Con el correr de los días –y de los euros–, la odisea del corralito bancario en la isla de Chipre se va pareciendo cada vez más en su narrativa y en sus personajes a esos cuentos para niños poblados de maléficas damas alemanas, aristócratas rusos, ahorristas vampirizados por banqueros inescrupulosos en una isla que de paradisíaca mantiene sólo sus beneficios fiscales. Aparentemente, la maniquea saga infantil tendrá ahora un final feliz en el que se salva el banco "bueno" y se decapita al banco "malo"

Walter Goobar
Con el correr de los días –y de los euros–, la odisea del corralito bancario en la isla de Chipre se va pareciendo cada vez más en su narrativa y en sus personajes a esos cuentos para niños poblados de maléficas damas alemanas, aristócratas rusos, ahorristas vampirizados por banqueros inescrupulosos en una isla que de paradisíaca mantiene sólo sus beneficios fiscales. Aparentemente, la maniquea saga infantil tendrá ahora un final feliz en el que se salva el banco "bueno" y se decapita al banco "malo" para que Chipre y sus ciudadanos no se hundan en las tranquilas aguas del Mediterráneo.
La zona euro y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prestarán asistencia financiera de 10 mil millones de euros a cambio de duras condiciones que obligarán a someter al sector bancario a una completa reestructuración. Se trata de un castigo ejemplar, como la moraleja de los cuentos.
El acuerdo alcanzado en otra noche de suspenso obliga a cerrar el segundo mayor banco del país, el Laiki Bank, y reestructurar el Banco de Chipre, la primera entidad por volumen de activos. En ambos casos los depósitos de más de 100 mil euros tendrán que asumir pérdidas, al igual que los acreedores de deuda (tanto subordinada como senior) y los accionistas. Los depósitos de menos de 100 mil euros están garantizados en todo el sistema bancario chipriota.
Bajo la supervisión del presidente del Banco Central chipriota –cuyo nombre es Pánicos–, los activos del banco malo se liquidarán con quitas que aún no han sido definidas
La liquidación del Laiki Bank se hará dividiendo sus activos en un banco bueno y en un banco malo. El banco bueno –compuesto por depósitos de menos de 100 mil euros, y créditos y otros activos de buena calidad– se integrarán en el Banco de Chipre. Los activos del banco malo –entre ellos depósitos no asegurados, es decir, de más de 100 mil euros, y deuda de la entidad– se liquidarán con quitas que aún no han sido definidas.
La decisión de imponer una quita sobre los depósitos y no un impuesto, como se especificaba en el primer acuerdo del pasado fin de semana, servirá para que el final feliz imaginado durante la trasnoche del domingo no necesite aprobación adicional por parte del insumiso Parlamento chipriota.
Algunos economistas, desde posiciones liberales a declarados marxistas, consideran que la única tabla de salvación para Chipre pasa por abandonar el euro y tomar el control de su economía sin injerencias foráneas. El estadounidense Paul Krugman advirtió esta semana en The New York Times sobre la necesidad de que las autoridades chipriotas realizaran una quita en las cuentas de más de 100 mil euros, abandonaran la moneda común y devaluaran su nueva divisa para salvar al menos el sector del turismo, que supone una cuarta parte del PBI de la isla. En la misma línea se expresó el profesor de la Universidad de Londres Costas Lapavitsas al considerar que Chipre tendría que permitir la quiebra de los bancos –como hizo Islandia– y evitar de ese modo el hundimiento social y económico del país. Pero para ello debería quitarse el temor a abandonar la Unión Europea y plantearse de manera urgente nuevas alianzas geopolíticas. Para Lapavitsas, la "solución" promovida por la troika en Chipre amenaza con destruir la economía de la isla y reavivar la crisis del euro. Las experiencias de Islandia e Irlanda muestran dos vías contrapuestas, la primera de las cuales se saldó con la recuperación de la economía nacional gracias a la devaluación monetaria y a los controles de capital, mientras que la segunda, siguiendo las indicaciones de la troika, alcanzó una gigantesca deuda pública y se encuentra en su sexto año de recesión.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha pretendido reducir las causas de la bancarrota chipriota a que esa isla mediterránea funcionaba como lavadora de sucio dinero ruso. Pero Chipre es mucho más que eso y ha demostrado tener sentido de la dignidad.
El periodista Rafael Poch recuerda en el diario La Vanguardia de Barcelona que Chipre tiene una historia de colonialismo y dependencia europea muy cruda que comenzó en 1878, cuando la isla fue adquirida a los otomanos por la Inglaterra victoriana, hoy parte de la Unión Europea. La sombra de aquel yugo, que en los años cincuenta ignoró el referéndum nacional chipriota a favor de la unión con Grecia (con el resultado de un 96% de la población griega local, el 80% de la población total, a favor) continúa hasta hoy en forma de bases militares británicas tres veces mayores que Guantánamo. Desde ellas el Reino Unido lanzó en 1956 sus infames bombardeos tardo coloniales contra el Egipto de Nasser y contribuyó al desastre de Irak.
A la proclamación de su independencia en 1960 le siguió la invasión y colonización del ejército turco, que actuó y actúa como gendarme de la OTAN, y la injusta y brutal partición de la isla en 1974, un escándalo sangriento en el que Europa dejó hacer a los militares turcos.
Rafaél Poch recuerda que "la democracia chipriota ha sido ejemplar, con alto nivel de instrucción, menos corrupción que en Italia y España, y elecciones limpias".
La maniobra expropiatoria impuesta a los chipriotas desnuda la política de dobre rasero que la Alemania de Angela Merkel dicta para los países considerados "de segunda" –aunque violen su soberanía–, pero que jamás se atrevería a sugerir fronteras adentro. La justificación del sucio dinero ruso es indecente y selectiva. Según los índices de la ONG Tax Justice Network, Chipre ocupa el puesto número 20 en la tabla mundial de opacidad financiera. Por delante de ella hay seis naciones europeas, con Alemania en el puesto nueve de los diez más opacos del mundo. La campaña de la prensa alemana contra el "sucio dinero de los oligarcas rusos en Chipre" ha coincidido con revelaciones sobre generosos depósitos de oligarcas alemanes en otro paraíso fiscal: Piëch, el dueño de Porsche, Quandt, BMW, la familia de banqueros Finck, el rey del café Jacobs y el editor del imperio Burda que, entre otros, tienen sus depósitos en Panamá, que funciona de manera idéntica que Chipre.
Los chipriotas no inventaron nada: ofrecen a los capitales rusos los mismos beneficios que ofrece Suiza, las islas Caimán, Luxemburgo, Jersey Irlanda y el resto de los paraísos del blanqueo.
En sus mejores días, el "modelo Chipre" generaba en la City londinense el 10% del PBI británico. En Irlanda existe un esquema idéntico al chipriota, de bajos impuestos para empresas, que ha continuado funcionando tranquilamente incluso tras el rescate de bancos internacionales concedido a ese país. Rafaél Poch argumenta que el primer ministro de Luxemburgo, otro paraíso del lavado de dinero, el simpático Jean-Claude Junker, ha sido hasta enero, y durante ocho años, jefe del eurogrupo.
La moraleja de este cuento es que Chipre jugó al casino como todos, pero la principal ruleta estaba en Londres, Francfort y Nueva York, pero no en Nicosía.
Diario Tiempo Argentino
26-03-2013

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