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FELIX RORDIGUEZ

El agente de la CIA que capturó al comandante Ché Guevara

El ex-agente de la CIA Félix Ismael Rodríguez que durante el affaire Irán-Contras tomó notoriedad con su nombre de guerra "Max Gómez" y fue uno de los cerebros que rastrearon , cercaron y atraparon a Ernesto "Che" Guevara en Bolivia en 1967, aspira una bocanada de aire y comienza a contar, por primera vez, su versión sobre aquella captura en la selva boliviana. Rodriguez es el hombre que aparece a la izquierda del Ché en laúltima foto con vida

Por Walter Goobar
A las 13.08 suena el teléfono en una casa tapizada por reliquias bélicas, ubicada al norte de Miami. El dueño de casa levanta el auricular y responde con inconfundible acento cubano-norteamericano:
-Hola, ¿Qué pasa?...Ya sÉ, faltan dos minutos. Estaba hablando sobre el tema con un amigo...Vamos a brindar...
Es el lunes 9 de octubre, un momento histórico para este hombre que durante los últimos 25 años de sus actuales 48 ha participado en infinidad de operaciones de la CIA en Argentina, Vietnam, El Salvador, Bolivia, por mencionar algunos destinos de su vasta y ,probablemente incompleta foja de servicios. Sin embargo, este es un instante especial para este siniestro personaje obsesionado, antes por el secreto y ahora por contar su propia historia:
-En este momento, hace exactamente 22 años moría el Ché Guevara, afirma. El ex-agente de la CIA Félix Ismael Rodríguez que durante el affaire Irán-Contras tomó notoriedad con su nombre de guerra "Max Gómez" y fue uno de los cerebros que rastrearon , cercaron y atraparon a Ernesto "Che" Guevara en Bolivia en 1967, aspira una bocanada de aire y comienza ha contar, por primera vez, su versión sobre aquella captura y muerte ocurridas hace más de dos décadas. Delante suyo descansa una pistola que en su cacha izquierda tiene una pequeña depresión cubierta por un vidrio de reloj de mujer. En la cavidad de madera están las cenizas de la última pipa que Guevara fumó antes de ser ejecutado.
Los detalles de la captura y muerte del Che Guevara están profundamente grabados en la memoria de Félix Rodríguez, pero constituyen solamente un capítulo en la vida de este veterano de las guerras secretas de la CIA. Durante 25 años vivió en un mundo de seudónimos, espías y secretos militares hasta que en 1986 se acabó su anonimato cuando estalló el escándalo Irán-Contras.
Rodríguez testificó ante diversos comités del Congreso estadounidense sobre su papel como enlace en el canje de rehenes por armas orquestado por Oliver North. Sus contactos personales con el entonces vicepresidente, y actual presidente George Bush constituyen uno de los capítulos más controvertidos del Irangate. Tal vez por eso Félix Rodríguez -alias Max Gómez- nunca fue acusado de ningún crimen, es más, ha sido condecorado por George Bush con la medalla de la CIA al Valor. Hay quienes opinan que la información que maneja y que seguramente no aparece en su libro autobiográfico Secret Warrior - Guerrero Secreto- (Simon & Schuster) aparecido hace algunos dias en los Estados Unidos, le han servido como salvoconducto.
Holly Sklar, autor de La guerra de Washington contra Nicaragua pinta un acabado retrato de la carrera del guerrero secreto Félix Rodríguez:
Llegó de Cuba a los Estados Unidos en 1954 para cursar la escuela secundaria y se trasladó definitivamente allí en 1958,un año antes del triunfo de la revolución cubana. En 1959, Rodríguez integró la Legión Anticomunista que intentó penetrar a Cuba desde la República Dominicana. Retornó a los Estados Unidos a fines de 1960 y comenzó a entrenarse para la invasión de Bahía de Cochinos.En abril de 1961, cuando fracasó la intentona, Rodríguez que se había infiltrado en Cuba antes del desembarco, permaneció durante más de cinco meses como refugiado en la embajada venezolana en la Habana. Luego retornó a los Estados Unidos y, tras recibir nuevo entrenamiento en Fort Benning, se incorporó a las operaciones anticubanas dirigidas por la CIA desde Miami. Utilizando a exilados cubanos y a miembros de la mafia norteamericana, la CIA bajo el nombre clave JM/WAVE planificaba la operación Mangosta que incluía el asesinato de Fidel Castro. Más tarde, en 1967,Félix Rodríguez protagonizaría en la jungla boliviana una operación que aún hoy lo obsesiona:la captura y muerte del Che.
"PAPA CANSADO"
La pistola que contiene las cenizas de la pipa del Che es solo uno de los tantos trofeos de guerra que Rodríguez tiene desparramados en su casa de Miami. En el living hay granadas, balas y retratos autografiados con diversos presidentes y militares latinoamericanos. En una pared cuelga un corpiño perteneciente a la líder guerrillera salvadoreña Nidia Diaz, capturada por Rodríguez en 1985.En un cajón las ropas embarradas de alguna otra víctima de sus cacerías humanas. Pero sin duda su tesoro más preciado es el reloj Rolex  GMT Master de acero y una pipa que Guevara llevaba en el momento de su ejecución.
De acuerdo a la versión que Rodríguez proporciona en el libro Guerrero Secreto, la principal pista que permitió la captura de Guevara fue la muerte de tres guerrilleros que fueron emboscados por el ejército boliviano, uno de los cuales había sido anteriormente interrogado por el agente de la CIA. Rodríguez había sospechado que ese hombre pertenecía a la vanguardia de Guevara. Cuando lo vio muerto se dio cuenta que su corazonada podía ser cierta y convenció a un coronel boliviano para que movilizara 650 efectivos en la búsqueda del jefe guerrillero. El 8 de octubre, escuchó el mensaje en clave que había estado esperando: Las palabras "Papá cansado", que indicaban la captura del Che, retumbaron en su equipo de comunicaciones.
Al día siguiente, Rodríguez se trasladó en helicóptero, junto a un coronel boliviano, a la escuela rural donde Guevara, herido en una pierna estaba detenido. Siempre según Rodríguez, las ordenes de la CIA habían sido inequívocas: Mantener a Guevara con vida para trasladarlo a Panamá donde sería interrogado en la sede del Comando Sur. Sin embargo, el gobierno boliviano tenía otros planes: "Está autorizado para ejecutar las Operaciones 500 y 600",ordenaba un radiograma emitido en La Paz por los altos mandos militares. La clave boliviana significaba:
"Maten a Guevara", según sostiene Rodríguez. -"Nadie me va a interrogar", dijo Guevara cuando se enfrentó con Rodríguez. El agente de la CIA respondió que no venía a interrogarlo sino que solo quería hablar y ordenó a los guardias que desataran al prisionero.
-"Nuestros ideales son distintos, pero yo lo admiro", dijo Rodríguez, según refiere en su libro. "Usted ha sido ministro de Estado en Cuba y ahora mírese...Usted está así porque cree en sus ideales", continuó el agente secreto. A este diálogo siguió una discusión de una hora y media sobre Cuba, economía y guerrillas. Durante la conversación Guevara habló sobre los graves efectos del embargo comercial estadounidense para la economía cubana.
-"Qué sabe un médico de economía?, preguntó Rodríguez a su prisionero que había sido presidente del Banco Nacional de Cuba. Guevara se rió y respondió con otra pregunta:
-"Sabe como me convertí en presidente del Banco Nacional?. Estábamos en una reunión y de repente entró Fidel y preguntó si había un buen economista. Yo escuché mal y pensé que preguntaba si había algún buen comunista, y entonces levanté la mano".
Tras la conversación entre captor y cautivo fue tomada una fotografía que ilustra esta página y que aún hoy está sobre el escritorio de Rodríguez: "Es la única foto en la que Guevara aún está con vida en el día de su muerte", apunta con orgullo el experto en operaciones encubiertas.
Rodríguez se tomó su tiempo para hacerse una foto junto al Che con su cámara Pentax; antes, se permitió una ironía: le dijo a Guevara: "Comandante, mire el pajarito...". Cerca de la una de la tarde, Rodríguez, que había recibido de las fuerzas armadas bolivianas la orden en clave de asesinar al Che, instruyó a sus ejecutores, el sargento Mario Terán y un teniente de apellido Pérez. "Miré a Terán y le di la orden: 'Sargento, dispárele. Pero recuerde que se supone que él murió en combate. Entonces -y puse mi mano bajo mi mandíbula- dispárele de aquí hacia abajo. No en la cara.'"
Cuando Félix Rodríguez abandonó la escuelita que hacía las veces de calabozo de Guevara se encontró con la maestra rural:
-"?Cuando van a matarlo?", interrogó la mujer
-"Porqué me lo pregunta?" respondió el agente de la CIA
-"Porque la radio ya está informando que murió de las heridas del combate", contestó la maestra.
Siempre según su testimonio, Rodríguez retornó a la escuelita y preguntó a Guevara si tenía algo más que decir. El Che respondió "Dígale a Fidel que pronto verá una revolución triunfante en América Latina y dígale a mi esposa que se vuelva a casar y que trate de ser feliz". Esas fueron las últimas palabras del Che según su captor.
A la 1.10 de aquél día un sargento boliviano llamado Mario Teran disparó su carabina M-2 contra Guevara quién habría muerto instantáneamente cuando una de las balas le intenso la aorta. Otras versiones para nada descartables, afirman que habría sido el propio Félix Rodríguez quien personalmente mató al jefe guerrillero. El agente de la CIA, en cambio, no tiene ningún escrúpulo en admitir, que una hora después de la ejecución, arrancó el Rolex de la muñeca de aquél cadáver que los soldados bolivianos ataban a los patines de un helicóptero para su traslado.
FÉLIX EN VIETNAM
En la primavera de 1970,Rodríguez fue enviado a Vietnam. Técnicamente, era "un asesor", pero en la práctica dirigió decenas de operaciones ejecutadas por una unidad de desertores norvietnamitas. Durante sus dos años de estadía en Vietnam, participó en el llamado "Plan Phoenix" con el que se suprimió a no menos de 10.000 opositores y que posteriormente fue implementado en Argentina y en otros países de América Latina. Se le atribuye a Rodríguez la iniciativa de combinar la utilización de helicópteros para misiones reconocimiento a baja altura, junto con pequeños grupos paramilitares, móviles, que rastreaban y destruían unidades guerrilleras. Según otro famoso operativo de la CIA, Edwin Wilson, Félix Rodríguez "era la clase de tipo que impresionaba a sus colegas tirando dos vietnamitas desde un helicóptero para obligar a un tercero a hablar". Posteriormente, una lesión en la espalda lo obligó a retornar temporariamente a los Estados Unidos.
Antes de retirarse formalmente de la CIA en 1976 para convertirse en consultor privado de seguridad, participó en diversas operaciones de la "Companía" en América del Sur y el Caribe. Según el New York Times se desempeño durante dos anos como asesor de los militares argentinos a comienzos de esta década.
En marzo de 1982,Rodríguez cristalizó su experiencia de Vietnam y redactó un proyecto de cinco páginas proponiendo la creación de una fuerza de elite, móvil denominada Grupo de Tareas Táctico ,que sería "ideal para el esfuerzo pacificador en El Salvador y Guatemala". El plan de Rodríguez, que incluía un mapa de América Central, proponía la utilización de napalm y bombas de fragmentación en las operaciones de contrainsurgencia. Su programa fue adoptado y considerado exitoso por el ejército salvadoreño.
Según el Washington Post, fue Félix Rodríguez ,junto con otros dos veteranos de la CIA, Luis Posada Carriles y Rafael Quintero quienes dirigían una flotilla de aviones que desde la base de Ilopango, en El Salvador, efectuaban los aprovisionamientos clandestinos de armas que formaban parte del entramado diseñado por Oliver North.
CON LOS CONTRAS
En enero de 1985, poco antes de partir hacia El Salvador, y con la operación Irán-Contras en marcha Félix Rodríguez se reunió en dos oportunidades con el entonces vicepresidente Bush. En la segunda de esas reuniones Rodríguez habría mostrado a Bush su fotografía con Guevara, según consigna el Boston Globe. Sin embargo, en la versión del Irangate que Rodríguez brinda en el libro, George Bush no tuvo nada que ver en el escándalo, el general Richard Secord era un comerciante inescrupuloso y el teniente coronel Oliver North un ególatra consumado.
El 5 de octubre de 1985, con el derribamiento sobre Nicaragua del C- 123K piloteado por Eugene Hasenfus las operaciones quedaron en descubierto. Hasenfus ha señalado a Rodríguez como el oficial de enlace entre la Fuerza Aérea salvadoreña y la red clandestina de aprovisionamiento de armas para los contras. El mismo día en que el avión de Hasenfus fue derribado, Rodríguez se comunicó en dos oportunidades con Donald Gregg, uno de los asesores personales de Bush para informar sobre lo sucedido. La insistencia de Rodríguez obligó al coronel Robert Dutton, asistente de Secord a enviarle un telegrama advirtiéndole que no llamara más "a altos oficiales".
El 9 de enero de 1986,Oliver North escribió en su diario personal:
"Félix está hablando demasiado sobre la conexión con VP". Obviamente que VP era el vicepresidente Bush. Su asesor en seguridad, Donald Gregg, que había sido compañero de armas de Rodríguez en Vietnam organizó una nueva reunión de este con el vicepresidente que se concretó el 1 de mayo.Según la agenda de Bush el tema del encuentro era "informar al vicepresidente sobre el desarrollo de la guerra en El Salvador y el reaprovisionamiento de los contras". Si bien la anotación sobre "reaprovisionamiento de los contras" constituyó una prueba importante sobre la participación de Bush en el contragate, el verdadero papel que jugaron Ronald Reagan y su sucesor nunca quedaron esclarecidos ante la justicia.Por el contrario,el 3 de febrero de 1987 Rodríguez emitió una declaración acordando en un todo con la versión de Bush sobre los hechos. Rodríguez afirma que la audiencia, de la que también participó el actual secretario del Tesoro, Nicholas Brady, era para anunciarle a Bush que pensaba abandonar El Salvador, cosa que jamás concretó. Por el contrario admite haber realizado un centenar de operaciones de contrainsurgencia desde 1985, en algunos casos piloteando él mismo, y afirma que piensa volver a ese país cuando concluya la promoción de su libro. Nadie duda que Félix Rodríguez es para George Bush lo mismo que un revolver humeante en la escena de un crimen.
(Diario Página/12
9-OCT-1989
 
 

 
 
Nota del autor: En los ´90 cuando abandonó la caza de guerrilleros en las selvas latinoamericanas como mercenario de la CIA, Rodríguez volvió a la Argentina como hombre de confianza y de consulta de la agencia Trident Investigative Services Inc.
La agencia es representada en la Argentina por John Battaglia Ponte, un uruguayo nacionalizado estadounidense y ex agente de la CIA, que en los años 70 participó del llamado "Plan Cóndor" que coordinó el accionar ilegal de los aparatos represivos del Cono Sur. Después, actuó en América Central y ayudó a la fuga de Anastasio Somoza de Nicaragua.

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