Un barrabrava condenado por asesinato obtuvo la reducción de su pena, salió en libertad y agitó el debate sobre el régimen del “dos por uno”. Ruckauf redobló su campaña por la derogación de ese beneficio y volvió a acusar a “los zaffaronistas”, que no quieren retroceder en materia de garantías procesales. Aquí, la respuesta del ex juez Raúl Eugenio Zaffaroni.
Por W.G.
Carlos Federico Ruckauf lo ha convertido en uno de sus blancos favoritos, cada vez que la emprende contra el régimen del “dos por uno” que reduce el tiempo de reclusión de delincuentes que estuvieron más de dos años sin sentencia. “Los zaffaronistas viven pensando en los derechos de los delincuentes, no en los de la gente”, dice despectivamente Ruckauf, atribuyéndole a Raúl Eugenio Zaffaroni, ex juez, dirigente del Frepaso, actual titular del Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI), el rol de ideólogo de una corriente jurídica conocida como “garantismo”. Y Zaffaroni no le escapa a la polémica: defiende la vigencia del “dos por uno”, dice que se trata de un problema bonaerense que casi no tiene correlato en el resto del país y que el ataque de Ruckauf no es más que otra vertiente de “su discurso fachista”.
Esta semana, un nuevo caso de “dos por uno” (después de dos años de prisión, se computa doble cada día de encierro cumplido sin condena firme), ocupó titulares de diarios y noticieros: Angel Alonso, barrabrava de Estudiantes de La Plata, responsable de un asesinato, recibió el beneficio judicial y quedó en libertad. Y la polémica se reavivó.
–¿Cuál es su postura sobre el dos por uno?
–Hay que seguir sosteniéndolo porque el problema que tiene la provincia de Buenos Aires con el dos por uno es un problema de inversión en Justicia. En el orden federal el dos por uno no genera ningún problema, porque tenemos un 20 por ciento de presos con más de dos años de prisión preventiva, que es una cifra relativamente baja, y se podría bajar aún más. En la provincia de Buenos Aires genera problemas porque se produce un cuello de botella y nunca salen las sentencias definitivas. Eso es lo que hay que resolver. ¿Quién me puede decir seriamente que para condenar a alguien por un delito callejero necesita más de dos años de instrucción? No estoy hablando de Suecia. Si se puede hacer en el orden federal, ¿por qué no se puede hacer en la provincia de Buenos Aires?
–¿Pero a usted le parece correcta la liberación, por ejemplo, de Arquímides Puccio, condenado a reclusión perpetua por el secuestro y muerte de varios empresarios?
–La liberación de Puccio no fue liberación, es parte de un cumplimiento de pena, que tiene sus etapas. La etapa de trabajo extramuros es una etapa de ejecución de pena. No es impunidad.
–Sí, en países como Suecia...donde las leyes se cumplen
–Aquí también. Siempre lo fue.
–¿Pero no le parece que estos casos refuerzan la sensación de falta de ley?
–No veo por qué refuerzan la anomia o falta de ley. Las penas se imponen, se ejecutan conforme a una ley previa para todo el mundo. Una perpetua es una perpetua y tiene libertad condicional a los 20 años. Eso no lo inventamos ahora. Hay otras cosas más injustas: si yo tengo una perpetua en el orden federal normalmente no salgo hasta cumplir los 20 años porque no hay conmutación de penas. Si la tengo en la región centro-norte del país me van conmutando la pena y salgo a los 11 años. Esa es una situación altamente injusta.
–Ruckauf lo acusa a usted y a sus discípulos de ser los causantes del problema de seguridad
–El sabe que eso es mentira, pero es propaganda electoral, entonces trata de encubrir su ineficiencia con discurso fachista, que apunta la responsabilidad a las garantías. Es grave lo que está haciendo, porque mientras hace eso no hace nada para atacar las causas del problema. Deriva la responsabilidad del problema discursivamente pero no trata de recomponer la prevención secundaria: no mejora los salarios de la Policía, no permite la sindicalización para que tengan conciencia profesional, no fomenta la capacitación. Eso, a la larga, nos va a provocar a todos un desastre. Le va a pasar lo mismo que a Duhalde: le va a explotar la Policía en las manos, y se la va a poner de sombrero.
–Ruckauf es un político que tiene un buen feeling de lo que quiere escuchar la sociedad, ¿en este caso también?
–No caben dudas de que ese mensaje tiene singular éxito en la sociedad. El está jugando a eso. Yo creo que no hay grandes diferencias entre el discurso fachista de Radio 10 y el de Ruckauf. Se van acercando, sólo que Ruckauf no dice algunas cosas que dice Radio 10 porque es más cauto...
–¿Por ejemplo?
–El no puede asumir abiertamente un discurso xenófobo o racista como lo hace Radio 10. Ruckauf sabe que algunas cosas no las puede decir. Los otros no tienen límite porque están apelando a ese 20 por ciento de mercado potencial. Según una encuesta de Gallup sobre antisemitismo hay un 20 por ciento de la población dispuesta a introyectar todo tipo de prejuicios de carácter xenófobo, racista u homofóbico. Radio Diez y la revista La Primera, de Daniel Hadad, apuntan a ese 20 por ciento de fachistas que hay en Buenos Aires.
–No le preocupan personajes como Alejandro Biondini, sino estas otras manifestaciones de fachismo
– Los racistas de hoy no se visten con camisas pardas ni usan cruces esvásticas. Los movimientos de ultraderecha europea, como el de Haider en Austria o el de Le Pen en Francia, no reivindican superioridad biológica sino superioridades culturales, eso también existe en la Argentina y es preocupante.
–¿La crisis económica le viene como anillo al dedo a estos grupos?
–Sí. La polarización de riqueza hunde sectores enteros de clase media y genera un campo muy propicio para todo este tipo de prejuicios porque inevitablemente la gente busca un responsable de sus problemas, y el hecho de encontrar un responsable –aunque sea fabricado–, baja los niveles de tensión y de angustia porque uno cree que por lo menos sabe quién es el enemigo.
–En ese contexto, ¿cómo se articulan los miedos respecto de la inseguridad?
—Desde el gobierno menemista vinculaban seguridad con inmigración, ahora vinculan seguridad con excarcelación o el dos por uno. Existe un problema serio de seguridad en el conurbano. Para ser honestos, ese problema de seguridad no lo creó Ruckauf sino que viene de arrastre, pero está incentivado por la polarización de la riqueza, por la anomia que genera el desempleo. La consecuencia más grave del desempleo no es la pobreza sino la falta de proyecto de vida, que genera graves problemas de conducta, en especial en los jóvenes y adolecentes, que no encuentran inserción laboral o estudiantil. Si a eso le sumamos una prevención secundaria defectuosa, con una Policía que está cargada de problemas, tenemos una prevención primaria que está fracasando, una prevención secundaria defectuosa y el resultado es explosivo.
Revista Veintitrés
ID nota: 7927
Numero edicion: 132 02/08/2001