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La paranoia sobre la bomba iraní

Las investigaciones del septuagenario periodista Seymour Hersh han desnudado el lado más oscuro de todas las guerras y operaciones encubiertas de los EE UU durante las cuatro décadas que abarcan las guerras de Vietnam hasta la de Irak. Ganador de varios premios Pulitzer, Hersh sale ahora a la escena pública para denunciar que “la propaganda que sirvió para preparar la Guerra de Irak está siendo reutilizada en Irán”.

Walter Goobar
Para Tiempo Argentino
A diferencia de los famosos periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein, los descubridores del escándalo Watergate que luego se dedicaron a redactar biografías complacientes, las investigaciones del septuagenario periodista Seymour Hersh han desnudado el lado más oscuro de todas las guerras y operaciones encubiertas de los EE UU durante las cuatro décadas que abarcan las guerras de Vietnam hasta la de Irak. Ganador de varios premios Pulitzer, Hersh sale ahora a la escena pública para denunciar que “la propaganda que sirvió para preparar la Guerra de Irak está siendo reutilizada en Irán”. En su último artículo para el blog de la revista The New Yorker, titulado “Irán y la Agencia Internacional para la Energía Atómica”, Hersh afirma que el reciente informe sobre “las posibles dimensiones militares” de Irán es un “documento político”, y no un estudio científico.
Para Hersh, se ha desatado una psicósis en torno a Irán idéntica a la que se empleó para invadir Irak con el pretexto de las armas de destrucción masiva de Saddam. “Tenemos enriquecimiento de uranio en Irán. Ellos mismos lo han reconocido, tienen inspectores allí, hay cámaras allí, etcétera. Irán es un país signatario del Tratado de No Proliferación y nadie les está acusando de hacer trampas. De hecho, ese último informe que tanto ha conmocionado a todos dice también que, una vez más, no han encontrado ninguna evidencia de que Irán esté desviando el uranio que está enriqueciendo. Y también que lo está enriqueciendo básicamente a niveles muy bajos para fines pacíficos”, sostiene el célebre reportero en una entrevista con la periodista Amy Goodman.
Durante el gobierno de George W. Bush, el vicepresidente Dick Cheney hizo todo lo posible para tratar de encontrar pruebas de una instalación subterránea no declarada. “Monitoreamos todo, ejercimos una vigilancia increíble. Le puedo asegurar que no hay muchas cosas que puedan hacerse en estos momentos en Irán sin que nos enteremos de alguna manera. No han encontrado nada. Nada. No hay evidencia alguna de armas. En otras palabras, no hay pruebas de que haya instalaciones para construir la bomba. Tienen instalaciones para enriquecer, pero no instalaciones separadas para construir una bomba. Esto es así, simplemente es un hecho. No lo hemos encontrado, si es que existe. Sigue siendo una fantasía”, afirma el periodista estadounidense.
Para Hersh el documento de la AIEA recoge muchas de las viejas acusaciones que se han hecho en los últimos años, acusaciones que fueron examinadas por la AIEA, bajo la dirección de Mohamed El-Baradei, que dirigió la Agencia durante 12 años. El egipcio ganó un Premio Nobel de la Paz por su trabajo, y fue muy escéptico respecto a Irán al principio y fue haciéndose menos escéptico a medida que Irán se fue abriendo más y más. El nuevo titular de la IAEA es un japonés de ultraderecha que llegó a ese puesto gracias al apoyo estadounidense, señala el periodista de The New Yorker.
Hersh desliza una dura crítica a los medios hegemónicos por su cobertura sobre el tema: “Hablé con ex inspectores. Son voces distintas de las que se leen en el New York Times y el Washington Post. Hay otras personas de las que no se informa, que son mucho más escépticas sobre este informe pero que no los vemos en la cobertura de la noticia. Así que lo que estamos recibiendo, aquí en la prensa diaria mayoritaria, es una pequeñita porción del análisis de este informe. Hay un análisis completamente diferente, que se resume en estas palabras: muy poco de nuevo.”
Teniendo en cuenta la estricta vigilancia a la que está sometido Irán, el periodista sostiene que le resultaría imposible importar uranio de un tercer país. “Traer el uranio y enriquecerlo, o traer uranio enriquecido, es una posibilidad más que remota”, sostiene Hersh, al tiempo que detalla todas las operaciones encubiertas que se realizaron para monitorear cualquier actividad sospechosa.
Hace algunos años, Hersh escribió en The New Yorker que Irán contempló la fabricación de una bomba, “pero sabían que no podían emplearla como disuasión ante los Estados Unidos o Israel. No son tontos. La sociedad persa tiene ya alrededor de 20 siglos. Saben que no pueden disuadir a los EE UU. Ellos pensaron que quizás podían disuadir a Irak. Pero, después de nuestra invasión y ocupación de Irak en 2003, se detuvieron. Habían hecho algunos estudios. Estamos hablando de modelos de computadora, etcétera, no de edificios. Sin duda abrigaban la idea de conseguir una bomba o llegar al punto en el que pudieran fabricar una. Lo hicieron, pero se detuvieron en 2003”, remarca el periodista.
Hersh agrega que hasta los israelíes admiten que el programa nuclear iraní se detuvo en 2003. “Si usted le pregunta a gente seria, israelíes inteligentes de los servicios secretos –y hay muchos– ‘¿de verdad cree que si consiguen la bomba –y no tienen una ahora– podrían atacar Tel Aviv?’ La respuesta sería, ‘¿crees que están locos? Los incineraríamos.’ Por supuesto que no. Ellos llevan ahí 2000 años. Eso no va a suceder.” Su temor es que les facilitasen la bomba a alguien más, advierte Hersh.
El periodista que mejor conoce los entresijos del complejo militar-industrial estadounidense remarca que 16 organismos de inteligencia de los EE UU coinciden en que Irán no está fabricando la bomba: “16 organismos están de acuerdo, 16 a cero en una votación interna; antes de eso, hicieron una actualización en el año 2011 del estudio de 2007 y llegaron al mismo lugar. No hay nada. Eso no quiere decir que no tengan sueños. Esto no significa que los científicos no hagan estudios informatizados. Esto no quiere decir que los físicos de la Universidad de Teherán no hagan lo que a los físicos les gusta hacer, escribir artículos y hacer estudios. Pero simplemente no hay evidencia de ningún esfuerzo sistemático para pasar del enriquecimiento de uranio a la fabricación de una bomba. Es un proceso enorme, difícil. Usted tiene que tomar un gas muy caliente y convertirlo en metal y luego hacer de él un núcleo. Y usted tiene que hacer eso por control remoto, ya que no hay manera de acercarse a estos materiales. Te mataría. Así son de radiactivos”, afirma el periodista que más ha incomodado a la Casa Blanca y al Pentágono a lo largo de cuatro décadas.
Tiempo Argentino
30-11-2011

 

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