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ESTELA: Documental de S. Di Florio y W. Goonar

La SIDE y la psita carapintada

Según Daniel Romero, el mayor (R) Alejandro Brousson que estaba a cargo de la Sala Patria y el hombre de confianza de Anzorreguy-, le dijo que no investigara a Carlos "El Indio" Castillo, un parapolicial de la dictadura, amigo de Aldo Rico. "Al Indio dejalo tranquilo, no lo investigues que le pagamos nosotros", le dijo Brousson a Romero. Lo mismo ocurrió con el carapintada y experto en explosivos Jorge Pacífico que apàreció en la calle Pasteur el día del atentado.

Por Walter Goobar
Nadie duda que sabe más de lo que dice. Nadie duda, tampoco que su palabra tiene un precio y que para él los 400 mil dólares pagados por la SIDE al reducidor de autos Carlos Telledin para que prestara una cuestionable declaración, fueron una migaja si se ponen en relación con los 3500 millones de dólares que Hugo Anzorreguy, el antiguo jefe de los servicios de inteligencia del gobierno de Carlos Menem manejó como gastos reservados durante casi una década de poder omnímodo que aún conserva despues de tres cambios de gobierno. Anzorreguy no solo prohibió, de hecho, a la SIDE toda investigación de la llamada “pista siria y mantuvo a sus hombres de mayor confianza en los puestos claves a lo largo de estos años, sino que a traves de ellos ha sido el arquitecto de las sucesivas cortinas de humo que permanentemente obstruyeron o desviaron la investigación del caso AMIA. Anzorreguy no sólo mantuvo una fuerte llegada con los gobiernos de Fernando De La Rúa y Eduardo Duhalde, sino que incluso en la causa AMIA su abogado es Esteban Righi, un ex ministro del interior de Héctor J. Cámpora que integró el Grupo Calafate que impulsó la candidatura de Néstor Kirchner, fue uno de sus candidatos para la Corte Suprema. Si bien el decreto 291 permitió citar a declarar a Hugo Anzorreguy y a más de una docena de agentes y ex agentes, el texto que parecira redactado a medida del ex señor Cinco precisaba que el ex titular de la SIDE "no está autorizado" a revelar hechos que involucren a ciudadanos de terceros países o que signifiquen la divulgación de secretos que puedan comprometer la seguridad del Estado". Hizo falta un segundo decreto para que el paso de Anzorreguy fuese algo más que una mera formalidad, equivalente a su paso por los estrados judiciales en el escándalo por el contrabando de armas a Croacia y Ecuador. "Hasta hace menos de una semana estabamos amordazados: los agentes no podían declarar sobre gente que conocían, no podían hablar sobre otros agentes, ni revelar información proveniente de otras agencias de inteligencia extranjeras"; precisa el testigo Daniel Romero un ex agente de inteligencia que se desempeñó como asesor del propio Anzorreguy y de Juan Bautista "Tata" Yofre. Romero que en su momento aportó evidencias importantes sobre la pista carapìntada, terminó por darse cuenta que sus investigaciones llegaban a oidos de los investigados y responsaliiza al mayor (R) Alejandro Brousson que estaba a cargo de la Sala Patria, un grupo de tareas ad hoc que después de la captura de Enrique Gorriarámn Merlo, se ocupó de investigar la causa AMIA. Según Romero, Brousson -que era el hombre de confianza de Anzorreguy-, le dijo que no investigara a Carlos "El Indio" Castillo, un parapolicial de la dictadura, amigo de Aldo Rico. "Al Indio dejalo tranquilo, no lo investigues que le pagamos nosotros", le dijo Brousson a Romero. Lo mismo ocurrió con el carapintada y experto en explosivos Jorge Pacífico que apàreció en la calle Pasteur el día del atentado.
Asi como se desvió la atención de la pista carapintada, varios funcionarios de la SIDE afirman que Hugo Anzorreguy, prohibía de hecho cualquier investigación de la pista siria. “No había ninguna prohibición escrita, pero cuando uno llevaba una idea que podía avanzar sobre sospechas relacionadas con los sirios –obviamente más cercanos a los Menem, Yoma o Al Kassar–, la orden era no ir para ese lado. ‘Déjelo, eso no va a conducir a nada’, era el argumento imperativo con el que obligaban a desistir de cualquier investigación que fuera hacia el lado sirio. Lo que estaba impuesto era que había que ir para el lado iraní, sí o sí. En eso había acuerdo con los servicios de inteligencia norteamericanos e israelíes.”
Además de que el grupo investigador de los atentados estaba compuesto por antisemitas confesos como Brousson y Patricio Pfinnen, quien además de integrar la banda de Aníbal Gordon, participó en la represión clandestina en Automotores Orletti, un centro de detención clandestino por el que pasaron muchos judíos, la connivencia de los agentes de la SIDE con los investigados era permanente: Eduardo García que como agente encubiertode la SIDE ofició de chofer del agregado cultural iraní, Moshen Rabbani, admitió ante el Tribunal Oral 3 que intentó vender cemento de secado rápido de Canteras Brandsen que era su empresa familiar a los iraníes ahora prófugos.
El abogado paranaense Juan Carlos Legascue, a quien la SIDE -via Brousson- encargó la redacción del "contrato editorial" por el cual Carlos Alberto Telleldín cobró 400.000 dólares armó un negocio para exportar arrpz a Irán y varias delegaciones de ese país visitaron sus campos en Entre Ríos.
Ni Legascue que redactó el contrato, ni los otros agentes que han pasado por Tribunales han podido explicar porqué la SIDE y el juzgado a cargo de Juan José Galeano utilizaron este subterfugio para remunerar a Tellelfin por una declaración cuya validez ahora está cuestionada, en lugar de recurrir a la reecompensa que hubiera sido legal.
Al declarar como testigo Alejamdro Broussón apuntó para arriba y confirmó que el pago a Telleldín se tramitó con Galeano y fue ordenado por Anzorreguy, según le refirió otro jefe, Patricio Pfinnen. El ex espía de 48 años que fue dejado cesante por la alianza y esta excarcelado en una causa por amenazas, contó que la plata la retiró Pfinnen de la casa particular de "Don Hugo" -"como se dice en la jerga, entre los jefes de servicios se tratan de don y el nombre".Haora tiene la palabra Don Hugo que debe prestar testimonio este martes.
“Era evidente la decisión de hacer un negocio” remarcó el espía Legascue ante el Tribunal. La mayoría de los agentes que testimonian en la causa son cautos respecto al conocimiento que podía tener sobre el pago a Telleldín el juez de la causa, Juan José Galeano. Esto, a su vez abre una pregunta que hasta ahora ningún agente se atrevió a responder: ¿se le pagó a Telledin para mentir y sembrar una pista falsa contra los policías o si le dieron el dinero para que se animara a decir la verdad? Cualquiera sea la respuesta,k puede tener consecuencias decisivas, como la posible exculpación de los policías bonaerenses encabezados por el ex comisario Juan José Ribellí.
Claudio Lifschitz, un ex agente de inteligencia de la Polícía Federal que trabajó como secretario del juez Galeano y hoy se ha convertido en uno de sus principales denunciantes, solo se atreve a confirmar que "A Telleldin se le pagó para que declarara", pero no se atreve a especular si el pago incluia o no la mentira. Brousson fue más explícito: "Nunca me enteré de que se arreglara el contenido de la declaración", precisó.
Si bien los nexos de Telleldin con la bonaerense han sido profusamente investigados, su relación con personajes de la SIDE y del poder todavía son un enigma: durante varios interrogatorios el reducidor de autos robados se jactó de sus relaciones de amistad con Jorge Igounet, el número dos de la SIDE en epocas de Anzorreguy y uno de los testigos a quienes la SIDE dijo que tenía dificultades de encontrar cuando fueron citados a declarar.
"El doctor Roger dice que no me puede defender pero que me va a mandar un buen abogado". Con esta frase, Telledín se jactaba de su relación con el entonces Procurador del Tesoro, Oscar Roger, quien posteriormente se desempeñó como abogado de Carlos Menem en la causa armas. Esos vasos de comunicación entre Telleldín y los distintos grupos de la SIDE como Sala Patria y Contrainteligencia que se disputaban cuotas de poder y presupuesto utilizando el caso AMIA como excusa es lo que explica -por ejemplo-, la desaparición de decenas de horas de escuchas telefónicas a Telleldín. "Esas cintas dejaban a más de uno pegado", asegura un agente. Daniel Romero que afirma haber sido sondeado por Brousson y Galeano para convencer a Telledín de que hablara, va más allá: "Lo que falta es el eslabón entre Telleldín y los iraníes pero la Sala Patria nunca quiso buscar eso porque conducía a los carapintadas", dice el ex asesor de Yofre y Anzorreguy.
Los casos de encubrimiento no terminan. El Hotel de las Americas donde se habrúan hospedado unos sospechosos iraníes fue allanado por dos grupos distintos de las SIDE (uno de Sala Pâtria y otro de Contrainteligencia) y uno de la Policía Federal sin que los otros supieran. La SIDE le dijo al juez que el resultado había sido negativo a pesar de que allí se alojó un iraní, Mortezayan Rohollah, con pasaporte uruguayo, a quien no se investigó. Esto significa que la SIDE encubrió, erradicó pruebas. También estuvo un ingeniero que trabajaba para una de las canteras investigadas por su eventual relación con el atentado. Además, Rohollah hizo llamadas a otros iraníes, vinculados con el testigo clave Wilson Dos Santos, que fue quien avisó que podía producirse un ataque con quince días de anticipación.
Otra de las intrigas que la SIDE no ha conseguido explicar es porque ignoró las alertas sobre atentados giradas por servicios de intelgencia extranjeros, teniendo en cuenta que -teoricamente tenía infiltrada a la célula terrorista. Hace más de dos años Patricio Pfinnen reconoció en una reunión interna realizada en la central de espías, que los servicios de inteligencia brasileños le enviaron a la SIDE dos advertencias por escrito de que se estaba por producir un ataque en Buenos Aires. Ambas notas fueron cursadas a través de la oficina de la SIDE en Brasil, más precisamente en Foz de Iguazú, un tiempo antes del ataque contra la mutual judía. “¿Qué querían, que además nos dieran el aviso mandándonos una escola do samba?”, rezongó Pfinnen en esa reunión, inculpando a la propia SIDE de no prestar atención a las advertencias.
En diálogo telefónico con Veintitres, el abogado de Anzorreguy, Esteban Righi se negó a adelantar cual sería la estrategia de su cliente que declarará el proximo martes ante el Tribunal. Righi, una figura histórica del peronismo que se desempeñó como ministro del Interior de Héctor J. Cámpora en 1973 y que también integró el Grupo Calafate que impulsó la candidatura presidencial de Néstor Kirchner, explica que es amigo personal de Anzorreguy desde las épocas del Liceo Militar. "En algunos momentos militamos juntos, en otros estuvimos en veredas opuestas", dice el letrado. Righi que fue uno de los candidatos de Néstor Kirchner para integrar la Corte Suprema, que ha tenido al Jefe de Gabinete, Alberto Fernández como adjunto en su Cátedra de Derecho, considera que su relación con el gobierno bo le impide represantar a Anzorreguy en este causa. Anzorreguy, por su parte, sabe mejor que nadie que los gobiernos pasan pero los servicios de inbteligencia y la policía quedan.
Revista Veintitrés
02-08-2003

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