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Santoro y Lobo en la mira del FBI

Bajo sospecha

El gobierno de los Estados Unidos les canceló la visa a los dos periodistas del Grupo Clarín. La trama del espionaje internacional. La denuncia de las víctimas del atentado a la AMIA. Mirá la galería de fotos.

Por Walter Goobar
Para Revista Veintitrés
Una investigación publicada el pasado domingo en el diario Miradas al Sur reveló que el periodista Daniel Santoro, del diario Clarín, y su colega Guillermo Lobo, del canal de noticias TN, están bajo investigación por parte del Departamento de Estado y el FBI norteamericanos por sus presuntas vinculaciones con una red internacional de espionaje que tendría gravísimas derivaciones para la causa AMIA. En lugar de admitir –o incluso denunciar– que la embajada de Estados Unidos les revocó las visas a ambos porque están sospechados de la posible comisión de un delito que aún no ha sido precisado, Santoro denunció que es víctima de una conspiración montada por la Secretaría de Inteligencia y el gobierno argentino que –en todo caso– cuenta con la anuencia cómplice del FBI y el Departamento de Estado.
Para demoler en cuestión de minutos lo que él califica de “montaje”, el multipremiado Santoro no precisa someterse al detector de mentiras de Chiche Gelblung, sino que le bastaría movilizar las cámaras de TN y Canal 13, junto a un móvil de Radio Mitre, para cubrir su ingreso a la embajada de Estados Unidos. El excelente cronista Julio Bazán llenaría el tiempo muerto de la espera con su habitual pericia. El punto culminante sería la salida triunfal y sonriente de Santoro y Lobo blandiendo las visas recién estampadas bajo unos suaves acordes de “God bless America” como música de fundo. Sería una puesta en escena soberbia que con la estética y los recursos del Grupo Clarín se transformaría en una prueba irrefutable de que Lobo y Santoro han sido víctimas de la patraña que denuncian.
El único inconveniente es que no lo pueden hacer. Estos son los motivos.
Como resultado de una sigilosa pesquisa que aún está en curso, la embajada estadounidense habría cancelado anticipadamente las visas de los dos periodistas. Según pudo establecer este cronista, Guillermo Lobo fue informado por vía telefónica el 8/10/11 que debía presentarse a sellar la cancelación de su visa en la sección consular. Paralelamente, para obturar posibles filtraciones, se produjo el desplazamiento de una empleada de prensa de la legación que constituía un riesgo de seguridad porque mantenía una relación con el periodista científico. A medida que avanzó la investigación, la embajada decidió revocar la visa de otro sospechoso: Jorge Hatrick, un hombre muy ligado a la parte más oscura de la Armada, al punto de ser muy amigo de Alfredo Astiz. Además, Hatrick se desempeñó como vicepresidente de Asuntos Jurídicos de la Asociación Argentina de Visitantes Internacionales (AAVI), entidad en la que el Grupo Clarín tiene también su incidencia a través de Guillermo Lobo, quien se desempeñó como vicepresidente de Ciencia y Tecnología. En tercer término, la investigación estadounidense puso la lupa sobre Daniel Santoro, quien recién a comienzos de este año recibió una llamada idéntica a la de Lobo indicándole que ya no podría ingresar a los Estados Unidos e invitándolo a presentarse para sellar su pasaporte. Ambos periodistas optaron por hacer caso omiso al llamado porque sabían que en los casos normales se coloca un sello “cancelado sin perjuicio”, pero en los casos de personas investigadas por espionaje, terrorismo o narcotráfico se estampa un lacónico sello “cancelado” que no sólo les impediría entrar a Estados Unidos, sino que los convertiría en sospechosos en distintos aeropuertos del mundo.
Lo que llamó la atención de los investigadores norteamericanos –que en junio de 2010 pusieron fin a lo que en su momento fue calificado como el caso de espionaje más grande y espectacular que Rusia llevó a cabo contra Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría– fueron los contactos entre el hacker argentino –prófugo en el Uruguay– Iván Velázquez y el periodista del diario Clarín Daniel Santoro por intermedio de su colega de TN Guillermo Lobo.
El pasado sábado, el autor de esta nota se comunicó con Santoro, quien a lo largo de un extenso diálogo telefónico se negó a confirmar o desmentir si su visa estadounidense ha sido cancelada, pero insistió varias veces en que no omitiera nada de lo que él decía.
–Por consejo de mis abogados no voy a hacer ningún comentario. Todo esto es una campaña en mi contra montada por los servicios de inteligencia para desprestigiarme. Esa información sólo puede provenir de los servicios de inteligencia.
–Cualquier operación en su contra se desmoronaría con que usted me dijera que tiene la visa al día y que puede viajar a Estados Unidos cuando quiera.
–La cuestión de las visas es un tema confidencial. Y esa información se publicó en varios portales sin que nadie me llamara para un comentario.
–Yo sólo puedo responder por mi trabajo. Y lo estoy llamando justamente para que haga su descargo.
–Es que esa información sólo puede provenir de los servicios de inteligencia. Yo respeto tu trabajo y tu trayectoria, y no puedo creer que te prestes a esta maniobra y uses como fuente una información de inteligencia. ¿Vos creés que yo puedo formar parte de una red de espías rusos?
–Yo no le estoy preguntando por el espionaje ruso, sino por su visa. Tiene muchos años en este oficio y a nadie se le hubiera ocurrido desmentir su investigación sobre el tráfico de armas a Croacia con el argumento que la información provenía de algún servicio de inteligencia. En lo que a este caso se refiere, yo tampoco me baso en fuentes de inteligencia, sino que he corroborado la información con fuentes diplomáticas y judiciales.
–¿Qué fuentes?
–Obviamente no las puedo nombrar. Pero toda esta nota perdería su sentido si usted pudiera decirme que puede viajar a Estados Unidos cuando le venga en gana. Además, me llama la atención que si le han quitado la visa de manera injusta, no haga una denuncia pública, porque sería un atentado contra la libertad de expresión y de ejercicio del periodismo.
–Ya te he dicho todo lo que te podía decir.
Cuatro horas más tarde, Santoro se arrepintió de lo que había dicho y aduciendo no tener el teléfono de quien firma esta nota, mandó a mi página web un mensaje indicando que sólo quería ser citado con la frase “Sin comentarios”, un absurdo después de que había quedado absolutamente en claro que el diálogo era para ser publicado.
Es obvio que el FBI y la Justicia norteamericana jamás comunican a los sospechosos que están bajo investigación, pero la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires hubiera desmentido de manera inmediata una nota en la que se afirma que agencias gubernamentales estadounidenses investigan a dos periodistas argentinos y que el asunto ya le ha costado el puesto a una empleada de la oficina de prensa de la propia embajada. Sin embargo, la legación diplomática ha mantenido –hasta ahora– un elocuente silencio de radio.
Veintitrés se comunicó este miércoles con una fuente gubernamental estadounidense en Washington, y ante la consulta por el caso Santoro y Lobo, el funcionario –que no pertenece a ninguna de las 16 agencias de inteligencia del país del norte–, admitió: “Algo hay, pero no puedo entrar en detalles”.
Entre otras cosas, Daniel Santoro es investigado por el FBI porque según los agentes estadounidenses, a mediados de 2003 el ex juez federal Juan José Galeano les permitió a los periodistas del equipo de investigación del diario Clarín –que Santoro comanda– tener acceso al informe secreto de la causa AMIA que había sido elaborado por la SIDE y sobre el cual debía guardar estrictas medidas de reserva. Según el mismo informe del FBI, Santoro y otro periodista del equipo digitalizaron el documento en forma completa.
Más tarde, el archivo digital fue entregado a otro periodista del mismo multimedios. Unos días más tarde, en agosto de 2003, el periodista Guillermo Lobo habría viajado a Europa para entregar el material a los espías rusos, quienes, a su vez, habrían procedido a hacerlo llegar a su destinatario final: el gobierno de Irán, seriamente involucrado en el atentado a la mutual judía.
Para los iraníes acceder a ese documento secreto era cuestión de vida o muerte en esos días, porque el ex embajador de Teherán en la Argentina, Hadi Soleymanpour, se encontraba detenido en Londres, acusado de haber participado en el atentado, y Buenos Aires reclamaba su extradición a la Argentina. Pero la requisitoria finalmente le fue denegada por las autoridades británicas.
Bajo el título “Una campaña con el sello de la SIDE contra un periodista de Clarín”, Santoro publicó este lunes un brulote que pretende desmentir aspectos que la investigación no le achaca pero nuevamente omite explicitar si recibió la llamada de cancelación de la visa o si está en condiciones de viajar a Estados Unidos sin ser expulsado como indeseable.
Para desmentir su participación en la entrega del informe secreto de la SIDE a los iraníes en 2003, argumenta que no pisa Europa desde 2001, cuando en la nota original se consigna que él no viajó a entregar el material digitalizado. Para desmentir un presunto vínculo con el hacker Iván Velázquez, dice que a Velázquez “jamás lo vio”, lo que no significa que no haya podido estar en contacto por e-mail o teléfono, o –lo que es más probable– por intermedio de Lobo. Sobre su colega, dice que “a Lobo lo saludé una vez en un estudio de TV”.
Cuando este cronista refiere que Santoro está buscando avales influyentes para conseguir que le restituyan la visa cancelada, el periodista de Clarín se pregunta si la SIDE o el autor de estas líneas lo están haciendo seguir, cuando la explicación es mucho más sencilla: una de las personas que había sido contactada llamó al autor de esta nota para agradecer por haberle evitado involucrarse en un asunto tan turbio.
Santoro escribe que “había decidido mantener silencio hasta que terminen una serie de diligencias oficiales que inicié”. ¿A qué diligencias se refiere si no es a la de tratar que le restituyan la visa y saber si está siendo investigado por las autoridades estadounidenses?
Tras la publicación de la investigación en Miradas al Sur, Santoro salió a buscar el respaldo de los familiares de las víctimas de la AMIA, pero estos optaron por realizar una presentación judicial para que el fiscal Alberto Nisman investigue el hecho que tiene al periodista como sospechoso (ver recuadro). El martes, Santoro consiguió la solidaridad del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), un organismo que él mismo fundó. El comunicado de FOPEA alude a una supuesta campaña de desprestigio que vincula a Santoro con el espionaje ruso, pero omite aclarar los motivos por los cuales le revocaron la visa para ingresar a los Estados Unidos.
Pese a que Santoro no ha dejado de victimizarse poniendo en otros los cargos que en este momento pesan sobre él, el Grupo Veintitrés está dispuesto a costearle un viaje de desagravio a EE.UU. en caso de que a él y a Lobo les concedan la visa en los próximos 15 días.

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Sergio Burstein: “Que la Justicia investigue”

Sergio Burstein, integrante del grupo de Familiares y Amigos de Víctimas del Atentado a la AMIA, le pidió a la Justicia que investigue la posible colaboración de Santoro con Irán en la causa por el ataque a la mutual judía en julio de 1994.
“Según lo que se está diciendo (el archivo de la causa) fue digitalizado por Daniel Santoro y Guillermo Lobo y en un viaje a Europa, esta información fue trasladada a Irán. Es un momento muy importante para nosotros porque estamos buscando lograr la extradición de quien era embajador de Irán en Argentina en aquel momento”, afirmó Burstein en diálogo con CN23. “Le pedimos a la Justicia que investigue”, manifestó. Y agregó: “Se lo dije a Daniel Santoro cuando me llamó este lunes para decirme que esto era una operación que no tenía sustento. Le dije que no tenía que hablar conmigo: que tenía que presentarse ante la Justicia para aclarar lo que tenga que aclarar. Que los jueces dictaminen si esto es verdad y dispongan el castigo que corresponda”.
“Lo más sencillo es que se presente en la embajada de Estados Unidos y solicite la visa. Si se la conceden, todo fue fuego de artificio. Sería bueno que se presente, como cualquier hijo de vecino. Si uno está tranquilo y duerme sin remordimiento, no tiene que temer nada”, continuó Burstein.
La relación entre el periodista y el familiar de la AMIA se quebró en 2010, cuando Santoro publicó en Clarín el teléfono particular de Burstein (y también el nombre de su hija), en el momento en que el referente de los familiares denunció las escuchas ilegales realizadas por Jorge “Fino” Palacios. “No tuvo ningún empacho en publicar alegremente el teléfono particular, que no figura en guía”, rememoró amargamente Burstein.
El lunes, Daniel Santoro se comunicó con Burstein para ofrecerle explicaciones y reclamar su solidaridad: “Le dije que no me llame a mí para decirme que todo es mentira, no es a mí a quien tiene que llamar. Le dije lo mismo que le dije a Mariano Narodowski cuando surgió el tema de las escuchas y me llamó para solidarizarse y jurarme que él no lo conocía a Ciro James. La respuesta está en la Justicia y quien debe investigar es la Justicia”, aseguró Burstein.
“Entiendo que me haya llamado, debe estar en una situación desesperada, no es sencillo lo que se está diciendo, pero antes que llamarme a mí, escribir una nota, yo me siento en Comodoro Py el domingo a las 6 de la mañana y no me muevo hasta que no abran los juzgados el lunes. De ahí en más, que la Justicia sea la que investigue. Nuestro asombro es mayúsculo. Hay información, una investigación, elementos más que contundentes, yo creo que urgentemente esto se tiene que investigar, hacer público, porque en el tema AMIA, de ser esto comprobado, es una gravedad más grave aún que todas las causas de encubrimiento y todo lo que ha surgido. Pasar información al país que está siendo señalado como responsable de haber ideado y llevado adelante el atentado a la AMIA tiene una gravedad inusitada que creo que excede toda la capacidad que uno pueda pensar”.
El referente de Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado a la AMIA presentó un escrito ante el fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, solicitándole “practique la investigación correspondiente a fin de corroborar o desechar, ya que en caso de verificarse la misma implicaría la violación de un secreto de Estado sancionado por Ley Penal”, en relación a la “investigación sobre los periodistas Guillermo Lobo y Daniel Santoro, ambos del diario Clarín, que habría llevado a cabo el Gobierno de los EE.UU.”, reza el escrito.
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Opinión
Nada ha cambiado

Horacio Calderón
Escritor y analista internacional
www.horaciocalderon.com
No hay ningún país del mundo que esté exento de sufrir operaciones de inteligencia que, por supuesto, incluyen el espionaje dentro de ese territorio por parte de actores estatales y no estatales. Es decir, por parte de gobiernos u organizaciones llamadas terroristas, más allá del signo ideológico. El espionaje es una práctica sistemática y habitual. Es parte de una ciencia que incluso en este momento ha desarrollado un sistema denominado Humint Inteligence. Significa llegar a un blanco determinado sin que dicho blanco sepa cuál es el propósito de dicha operación y cuál es el objetivo y el fin que esta persigue. Con esta técnica se permiten captar fuentes de información muy complicadas que de otra forma sería imposible de obtener, como por ejemplo el caso Murdoch, el Watergate. La mano de obra consta de capital tecnológico y humano, en el caso de Humint es inteligencia pura.
Lo que preocupa es que la Argentina no está debidamente preparada para operaciones de contrainteligencia militar, ni está en condiciones de contrarrestarlas en este momento; no tenemos personas preparadas para esta clase de operaciones de inteligencia. Esto no ha cambiado desde la Guerra Fría, sólo cambiaron los actores, objetivos y aliados. Se han mejorado las técnicas gracias a tecnologías de alta sensibilidad.
REVISTA vEINTITRÉS
09.05.2012

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